viernes, 27 de noviembre de 2009

Revelaciones/ Capítulo 3. Pasillos

Un largo corredor con muchas puertas. Todas cerradas, todas excepto una. Estoy parado al inicio de aquel corredor infinito, hacia el fondo veo un haz de luz que corta el pasillo, una de las puertas está entreabierta; avanzo hacia ella. Desde lejos llega a mí una tonada que me resulta familiar pero que no distingo con exactitud. Mientras me acerco escucho con mayor claridad: “Siento en mi corazón una honda pena, porque que sé que tu amor no es para mí…” Ahora es cuando recuerdo aquella letra, imposible olvidarla. Llego a la puerta y la abro por completo. Descubro a mi padre en una habitación pequeña, está sentado en un sofá rojo con un espaldar alto; parece un trono. Estoy frente al monarca, pienso. Lleva puesta su guayabera crema, pantalones y zapatos marrones; tiene una radio portátil, de esas que tocan casetes, en su regazo. La melodía del pasillo suena más nítida que nunca. Mi padre parece ensimismado, nota mi presencia y alza la mirada, algunas lágrimas brillan en su rostro, sonríe. Hola hijo, no me había dado cuenta que estabas aquí. Ven, siéntate y acompáñame. Mi padre señala una silla que está a su lado. Me siento y lo miro. ¿Estás triste?, le pregunto. ¿Triste? No, disfruto de la música. ¿Te acuerdas de esta canción? Claro que la recuerdo, contesto, solías escucharla en casa. Es uno de mis pasillos favoritos. “Porqué me niegas mi vida la esperanza, de amarte con pasión, con frenesí…” El mió también. Que bueno que lo recuerdes. Al final, cuando todas estas puertas queden selladas, cuando este edificio se hunda por el peso de sus inquilinos; sólo quedarán estas canciones, estos momentos juntos, escuchando pasillos y llorando nuestras penas, predice mi padre. Papá… yo no estoy llorando. Es verdad, ya lo veo, dice él. A mí me gusta llorar, me libera. Deberías probarlo de vez en cuando hijo. Mi padre me da una palmada en la pierna, suspira y repite: Deberías probarlo. La canción finaliza.

2 comentarios:

  1. Que las puertas de nuestra memoria no se cierren y podamos recordar los buenos momentos de la vida.

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  2. Ufff...
    Me sacó lágrimas.

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