sábado, 14 de enero de 2012

Primogénito


Ana y Esteban son jovenes comerciantes de ropa en un mercado y ahora mismo están en un hospital público. Ana y Esteban acaban de recibir a su primogénito, un niño. Primogénito por partida doble, pues también es el primer hijo del nuevo año. El recién nacido descansa apacible, no llora desesperadamente como uno esperaría, como esa imagen de bebe chillón que nos viene de las películas o las telenovelas; nada más alejado de aquello, el niño está sereno. Una serenidad que se contrapone y se rebela contra la histeria que se vive alrededor de la despedida del viejo año o la bienvenida del nuevo, como se quiera ver; cualquier pretexto sea bueno para entregarse al relajo. La calma del niño no se altera a pesar de la invasión de reporteros y fotógrafos quienes se esmeran en retratar a los nuevos padres y al primer bebe del 2012. El sonido exasperante de las cámaras y los flashes aturde un poco a la pareja. A ver una sonrisa, miren para acá. ¿Cómo se va a llamar? Ana y Esteban dicen casi al unísono: Salvador. Bonito nombre dice uno de los reporteros. Muy bonito, agrega otro. ¿Y quién va a ser el padrino? Los jóvenes padres se miran y él contesta: Mi hermano Eladio. Las cámaras dejan de hacer fotos. Los reporteros se miran desconcertados. Se instala un silencio repentino, como si algo que no está en el libreto hubiese sido dicho. Uno de los doctores que hasta el momento ha permanecido estático con una sonrisa casi congelada se acerca a Esteban y le susurra al oído: No pues, no puedes decir eso. Tienes que decir que quieres que el padrino sea el Presidente. Esteban lo mira y no entiende lo que le está diciendo el medico. Uno de los reporteros, el más canchero, rompe el congelamiento. No pues compadre, eso no vende. Tienes que decir que quieres que el Presidente sea el padrino de tu chibolo. Eso siempre se hace. Es casi una tradición. Seguro que con un poco de suerte, el presi atraca. Además ustedes necesitan una ayudita, ¿no? El reportero señala con la mirada al niño. Vamos, te hago la pregunta de nuevo. ¿Quién va a ser el padrino? Ana se adelanta a su pareja: Ya se lo hemos dicho. Será Eladio, mi cuñado. El periodista no se rinde y vuelve a la carga. Diga que quiere al presidente como padrino. Esteban con la misma tranquilidad con la que duerme su hijo dice: Al presidente no lo conocemos. No es nuestra familia. El insistente reportero va a decir algo más pero se desanima y cierra la boca. No puede rebatir lo que le acaban de decir. Nadie dice nada. Todos se quedan callados. Él bebe hace algunos sonidos, parece que se ha despertado. El doctor rompe el mutismo. Aquí al lado hay una niña que ha nacido unos minutos después, si quieren…  El pequeño gremio de periodistas se miran entre si, él que insistía con lo del presidente se encoje de hombros, y salen de la habitación guiados por el doctor en busca de la segunda recién nacida. La pequeña familia se queda sola. Ana y Esteban contemplan a su primogénito. Por fin un poco de sosiego. El pequeño Salvador empieza a moverse, abre los ojos y descubre a sus padres. Les regala una sonrisa. Ellos también sonríen. Bienvenido Salvador.