lunes, 7 de septiembre de 2009

Aula Cerrada

Otra vez estoy en el colegio. ¿Es otro sueño? Aparentemente si. El uniforme que llevo puesto es el clásico, pantalones plomo rata y camisa blanca, la diferencia está en la chompa; la de nuestro cole es color azul marino y abierta con botones. Estoy parado en medio del patio, no hay nadie alrededor, “ni un alma” como diría mi abuela. Me toco el cabello, está un poco largo. Seguro Mamá me llevará pronto al peluquero. Camino con dirección a las aulas. Veo a un hombre sentado al lado de la puerta de una de ellas. Me acerco. El hombre tiene los brazos cruzados y esconde la cabeza entre las piernas. Hay unos libros a su costado. -¿Señor? ¿Se encuentra bien?- Le digo. No hay respuesta. Escucho un sollozo, vuelvo a preguntar. Esta vez el hombre levanta la mirada, veo sus ojos enrojecidos por el llanto, descubro la cara más triste que he visto jamás. –Mis alumnos están adentro, me están esperando para la clase, pero no puedo entrar. La puerta esta trabada. – Contesta el profesor.

-¡Se me ocurre una idea! –propongo- Empujemos la puerta. Usted tiene suficiente fuerza para hacerlo, yo le ayudo, seguro la abrimos.- El profesor me mira con sus ojos tristes, la cara temblorosa. –No podemos hacer eso. Si forzamos la puerta, los chicos se pueden asustar.- Dicho esto, vuelve a hundir la cabeza entre sus piernas. No sé que decirle. El aula sigue cerrada. Una sensación de abatimiento invade la escena. Me despierto.

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