viernes, 18 de septiembre de 2009

Profesores Trasnochados

-Hay una forma de entrar al aula sin tener que forzar la puerta. ¡La llave! Busquemos al director, él debe tenerla- Exclamo con todo mi entusiasmo.

A él es al último que buscaría. ¿Quien crees que ha cerrado la puerta?- Replica el profesor. Ahora estamos los dos sentados al lado de la puerta del aula. Sigo pensando en alguna posible solución, los alumnos no pueden quedar encerrados allí. Escuchamos murmullos, también algunas risitas que provienen del salón. Creo que los chicos están tranquilos, el miedo no los ha invadido. Pero, ¿por cuanto tiempo estarán así?, sea lo que sea con que los estén distrayendo no pasará mucho tiempo para que noten la ausencia de su profesor. Las preguntas empezaran. ¿Y que les van a decir? A un niño no le puedes mentir.

Por una esquina aparece otro profesor, viste una chompa roja y pantalones negros, tiene unos libros bajo el brazo. Pasa por delante de nosotros, ni siquiera nos mira. Apresura el paso y antes de que pueda levantarme, desaparece tras la otra esquina. ¿Por qué esta huyendo? ¿De quien esta huyendo? ¿De nosotros? Entra en escena otro profesor. Se parece mucho al que acaba de pasar, lo único que ha cambiado es la ropa. Este lleva puesto un buzo deportivo y zapatillas, es el profe de Educación Física. Tiene un tablero en su mano y un cronómetro colgado al cuello, también camina raudamente. Esta vez me levanto y corro para alcanzarlo. Me paro frente a él. Se detiene, tiene la mirada perdida. Le cuento que su compañero no puede entrar al aula para dictar la clase, le pido ayuda. Por un momento me mira a los ojos, noto que tiene unas pronunciadas ojeras, luce como un insomne. Abre la boca ligeramente, parece que va a decir algo. Espero su respuesta. Pasan unos segundos. No dice nada, en esa boca no hay palabras, no para mí. Desvía su mirada de mi presencia, me esquiva y sigue su camino. Volteo y lo veo irse. ¿Por qué nos ignoran? ¿Hay una epidemia de indiferencia en esta escuela? Suena un timbre. Aparecen profesores por todos lados, todos ojerosos, todos abatidos. Ninguno se percata de nosotros. Estamos solos.

4 comentarios:

  1. Manya Julio, alucina q últimamente la gente de nuestra generación está q sueña con q vuelve al colegio para bien o para mal.

    Yo soñé hace poco q me encerraba en el cuarto de calderas de mi cole para no ver unas patéticas actuaciones q solían hacerse cada día especial. Lo gracioso es q en la vida real, ese cuarto tenia una puerta q daba a la calle y me permitía salir a pasear para regresar a la hora de salida y recger mis cosas como si nada. En mi sueño esa puerta no existía y me tuve q quedar ahí encerrado, pero por decisión propia.

    ¡Que siga la saga escolar!

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  2. hmmm es una analogía muy gráfica de lo que pasa no sólo con los adultos sino también con los niños, en todo nivel hay mucha indiferencia...a ver como la cambiamos, es más que seguro que es más fácil de lo que todo el mundo piensa!
    Me gustó el texto, por un momento pensé que serian zombies o estarían muertos!!!! ;)

    Beso y abrazo hermano!
    Edú.

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  3. Bien,Edú! Parece que has deducido por donde va la historia. Zombies en el cole?

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  4. es lo que le falta a Jolivud!...tambien zombies en un monasterio creados el Abad del monasterio franciscano para cumplir los "designios del señor" y luchar contra la maldición del Opus Dei...lo siento volé muchisimo...muy Tarantiniano!
    Pero está buenisimo lo que has escrito!

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