Otro sueño. En el, estoy sentado en un sofá rojo, en una habitación vacía, totalmente vacía. Una mujer se acerca, lleva un ceñido vestido negro. Parece oriental el vestido; la mujer también. Se detiene frente a mí y dice – Te puedo dar un beso, pero te va a costar-
-¿Y cuanto me va a costar?- Le respondo. Ella me susurra el precio al oído. La miro y le digo que por ese precio también podría agregar un abrazo. La chica oriental asiente con la cabeza. Acepto el trato. La misteriosa dama se inclina hacia mí, me abraza suavemente y me da un dulce beso, el más dulce que creo haber recibido en toda mi existencia. Pasado el trance, ella se incorpora y abre su cartera, ¿mencioné antes la cartera? No importa, las mujeres siempre llevan una cartera.
Entonces, la dama del dulce beso abre su cartera, saca una pistola y me pega un tiro en la cabeza. Un chorro de sangre y recuerdos salen expelidos. Antes de apretar el gatillo dice algo que no alcanzo a escuchar bien, no sé que me dice. Me gustaría saberlo.
... de los sueños nacen grandes cortometrajes.
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